domingo, 23 de junio de 2013

Corto- Primera Parte

Después de varios años sin verse, la hora del "reencuentro" había llegado. Eran exactamente las 15:3O pm cuando el timbre de la gran mansión había sonado.

Elsa, la señora que se encargaba de la limpieza en la casa, además de alguna que otra tarea, fue la encargada de abrir la puerta, como siempre lo hacía.

Elsa- Muy buenas tardes señora, ¿qué se le ofrece? (dijo ella con la escoba en su mano).
Teresa- Vengo a ver al hombre de la casa, Ricardo. Me presento, soy Teresa, la nueva mucama de este lugar, y ella es mi hija, Rocío.
Rocío- Buenas tardes (dijo ella tímidamente).
Elsa- Bueno, permitanme ir en busca del señor entonces, le avisaré que han llegado. Siéntense si así lo desean, el living se encuentra a mano derecha, siéntanse como en su casa.
Ricardo- ¿Y quién es usted para decirle eso a las invitadas? (apareciendo por detrás de ella).
Elsa- Señor, yo sólo...
Ricardo- (interrumpió) No aclare que oscurece Elsita, se puede retirar. 
Elsa- Si señor, con permiso (desapareciendo entre el pasilllo).
Ricardo- Bueno, aquí estamos, después de un tiempo si vernos.
Teresa- Fueron sólo 2 semanas (él asintió) te presento a mi hija, nuestra hija, querido, ella es Rocío.
Ricardo- Ay mi pequeña, que grande te encuentras. ¿Cuántos años tienes? ¿9? ¿1O? 
Rocío- En realidad, (esquivando su mirada) 14.
Ricardo- Ah, pues mira tú, eres más grande de lo que yo me imaginaba. Voy a pedirte un pequeño favor querida, ¿sabes? Vas a vivir en esta casa, bajo ciertas reglas, al igual que tu madre (levantando su mirada, observándola a ella). No quiero oír ni una sola palabra acerca de nuestra relación, padre e hija, no soportaría los gritos de María, y menos que menos que se aleje de mí. Mis hijos, tampoco tienen que saber nada al respecto. Sólo pido cierta cordialidad, y sobre todo, Teresa... no arruines las cosas, mantén tu boca cerrada, ¿entendieron? (ambas asintieron con sus cabeza) Bueno, dicho esto, pueden subir a sus habitaciones, segunda puerta a la izquierda. Les avisaré luego para que bajen, así conocen a la familia.
Rocío- Mamá, voy a ir subiendo, ¿te llevo tu bolso?
Teresa- Si claro hija, tengo que tratar unos ciertos puntos con tu padre.
Rocío- Claro, nos vemos arriba (mientras subía los escalones).
Teresa- Ahora si solos, vos y yo tenemos que hablar, no podemos dejar las cosas así.
Ricardo- ¿Qué quieres Tere? Ay, extrañaba decirte así.
Teresa- No me tomes el pelo Ricardo, ¿viste cómo trataste a nuestra hija? Quieras o no tienes que hacerte cargo de tus actos, es tan hija tuya como el resto de tus hijos, los tres tienen tu misma sangre.
Ricardo- (se acercó a ella, tomándola de su brazo con fuerza) No, menciones, eso, nunca, más (marcando cada palabra) ¿me entendiste querida?
Teresa- ¡Me estas lastimando Ricardo! (gritando).
Ricardo- (rápidamente cubrió su boca con su mano) ¡Sh! ¿Qué parte no entendiste? Por favor, ve a tu habitación antes de que la situación se vuelva más tensa. 

Sin emitir ni una sola palabra, Teresa se fue escaleras arriba, dejando solo al hombre en el living. Cinco minutos más tarde, su esposa se apreció allí, para sorpresa de él, son sus dos hermanas. 

María- Amor, han venido mis hermanas a casa, a visitarnos ya que están en la ciudad hasta mañana temprano, y no querían irse sin antes vernos.
Ricardo- ¡Pero que grata sorpresa! ¿A qué han venido por aquí? ¿Trabajo?
Lucía- Definitivamente, la empresa de nuestros padres esta requiriendo cada vez un poco más de nosotras, y de nuestra presencia por supuesto. Menos la de tu mujer, que hace un año no se aparece por aquellos lados..
Ricardo- Obviamente no aparece, ya no lo necesita. Tenemos el dinero suficiente, ya no requiere más dinero del que tenemos, el cual nos sobra según verán ustedes. ¿No se dan cuenta de dónde vivimos? Pero por favor, no necesita aparecerse por aquella empresa que se cae a pedazos.. 
Julieta- Pues de hecho, cada vez generamos más y más dinero, hemos mejorado bastante, no se esta cayendo a pedazos como vos decís, creo que es todo lo contrario...
María- ¿Te pasa algo Ricardo? Si estas de mal humor te pido por favor que no te descargues con mis hermanas, que ellas no tienen absolutamente nada que ver.
Ricardo- Perdón querida, he olvidado que ni hablar de lo que quiero puedo hacer en mi propia casa..
María- No es eso, sólo pido un poco de respeto, sólo eso. Disfrutemos de las visitas, que no sabemos cuando las veremos de nuevo a mis pequeñas..
Lucía- Ay María, pareces nuestra madre. 

Se encontraban en una charla muy amena, hasta que el ruido del celular de Ricardo comenzó a sonar...

Ricardo- Con permiso, tengo una llamada entrante del trabajo...
María- Anda tranquilo cariño (dijo con una sonrisa en su rostro).

Mientras tanto, Ricardo se encontraba en su oficina...

Ricardo- ¿Qué es lo que quieres Juan? Ya te he dicho que me reuniré con ustedes la semana entrante..
Juan- ¿Vos me estas cargando? Te he dicho mil veces ya que el próximo viaje es en tres días, con destino a Nueva York. 
Ricardo- ¿Tan cerca? Hemos tenido viajes con destinos aún más distantes que este..
Juan- No es un buen año, y lo sabes. Fer ya te lo advirtió, este año se vendrá complicado, más de lo que nosotros pensábamos. Pero tenemos un plan B, así que estamos tranquilos.
Ricardo- No entiendo de que me hablas, ¿de qué plan B me decís? 
Juan- Escúchame, y escúchame bien, te quiero en media hora en mi oficina, sin nada que decir, no te quejes, ¿sí? Te explicáremos de que se trata este plan, ya que obviamente formas parte de él, no te vas a salvar.
Ricardo- Me estas asustando Juan, sabes que no quiero problemas, tengo una familia a la cual proteger, no puedo meterme en líos. 
Juan- Justamente para proteger a tu familia tienes que cumplir con nuestras órdenes, sabes muy bien que sabemos todo acerca de ti, podemos hacer lo que queramos contigo. Tienes un acuerdo con nosotros, no creo que te convenga no cumplirlo.
Ricardo- Con mi familia no te metes, ¿me escuchaste? Hace lo que quieras conmigo, pero con ellos ni se te ocurra siquiera acercarte. 
Juan- Bajando un cambio y tu tonito conmigo, nos vemos en media hora en donde siempre, no seas impuntual, no nos obligues a ir en busca de ti. Nos vemos querido.
Ricardo- Chau. (seco, mientras arrojaba su celular contra el sofá, con fuerza). Maldita sea (dijo furiso).

Su jefe había sido demasiado claro con él, y sabía perfectamente mejor que nadie, que no se podía jugar con lo que él ordenaba. Era de esas típicas personas que se enojan fácilmente, aunque en cierto punto él también era de esa clase de personas. Según le había comentado Juan, próximamente se vendría un nuevo viaje de trabajo, aunque, 

¿Qué habría que hacer esta vez? ¿tendría que irse por mucho tiempo? ¿cómo viajarían esta vez? ¿qué le diría a su esposa? ¿tendría que mentirle una vez más? ¿sería la exusa perfecta para comentarle de una vez por todas la verdad? Esta y muchisimas preguntas más se le cruzaban por la cabeza cada medio segundo. Abatido tras haberse maquinado la cabeza durante varias horas, se tiró en el sillón mientras subía las piernas, y ya cuando se encontraba a punto de quedarse dormido, el ruido de un puño golpeando la puerta lo sacó de la nube en la que se encontraba..

Ricardo- ¿Quién es? (gritó él sin siquiera moverse). 
Rocío- Soy yo... ¿cómo quieres que te diga?
Ricardo- Llámame por mi nombre, quiero evitar cualquier problema, nadie puede sospechar. Abre la puerta, ¿o te vas a quedar allá afuera todo el día?
Rocío- (abriendo la puerta) Con permiso...
Ricardo- Adelante, dime, ¿qué se te ofrece querida?
Rocío- Sólo quería hablar contigo, digo, mi madre no me explicó demasiado por qué veníamos a vivir aquí, a tu casa, con tu familia, es medio ilógico, ya que tú no quieres que sepan de mí, es confusa la situación.
Ricardo- (suspiró) No creo que sea momento ni lugar adecuado para hablar de esto, además no me parece que tengas que saber nada sobre esto, es tema de mayores, de tu madre y mío.
Rocío- Soy lo suficientemente grande como para entender...
Ricardo- Pues para mí no lo eres, y por favor, vete, ya iré en busca de mi esposa y mis hijos, las presentaré a tí y a tu madre frente a ellos.
Rocío- Gracias por dedicarme tu tiempo (con ironía).
Ricardo- No me hagas enojar, vete, ya mismo (señalando la puerta).
Rocío- Adiós papá (saliendo rápidamente de la habitación).

Minutos más tarde, en el living de la gran mansión, todos se encontraban reunidos, para así conocer a las nuevas integrantes de la casa...

Ricardo- María, Marianella, Francisco, les presento ahora sí, a nuestra nueva mucama, Teresa...
Teresa- Muy buenas tardes señora, (a María) niños...
Ricardo- Y ella, es su hija, a cual vivirá con nosotros también, ella es Rocío...
Rocío- Hola (dijo tímidamente).
Marianella- De tal palo tan astilla veo, heredaste el mal gusto en cuanto a la moda de tu madre .. (mientras reía).
María- Por favor hija, respeto.
Marianella- ¿Desde cuándo decir la verdad es faltar el respeto?
Francisco- Perdónala Ro, ¿te puedo decir Ro? (ella asintió) es que mi hermana esta un poquito insoportable últimamente, no sé que le estará pasando.. (ella rió).
Ricardo- Dejemos a las chicas solas, de seguro se harán muy buenas amigas más adelante.

Una vez solas en la habitación...

Rocío- Y.. ¿cómo estas?
Marianella- ¿Qué tal si te callas? Mira, no sé que haces acá, y la verdad me importa muy pero MUY poco, sólo te digo una cosita, ví como mirabas a mi hermano, ¿o te pensabas que no lo noté?
Rocío- No sé de que me estas hablando Mar...
Marianella- Primero, sólo mis amigas me dicen así, y segundo, no soy tonta. Cuidado, sólo eso te digo, no te metas con él, porque sino lamentarás haberte metido conmigo, créeme que mi hermano es todo para mí, y jamás dejaría que ande con una chirusa como vos.
Rocío- ¿Me estas amenzando? (asutada).
Marianella- O sí, lo estoy haciendo, ¿para qué te voy a mentir? Mucho cuidado, no te metas conmigo querida, porque yo misma me voy a encargar de que la pases mal, muy, muy mal.
Rocío- No siento nada por él, (mentía) pero de todos modos, prometo no meterme contigo, más bien lo juro.
Marianella- Mejor así, mejor que sigas mis órdenes. Anda metiendo esta idea en tu cabecita (tocando la misma con sus dedo índice) no eres nadie, sólo eres la pequeña hija de la empleada doméstica (riendo). Como me voy a divertir con vos, de verdad.
Rocío- ¿Ya me puedo ir? (una lágrima recorría su mejilla, pero rápidamente la secó. Odiaba sentirse débil, vulnerable. Odiaba dejarse pasar por encima, dejarse pisotear, maltratar. Pero en cierto punto, aunque le doliera muchisimo, ella tenía razón, no era nadie, era insignificante. Sólo era la hija de la mucama, y eso no cambiaría).
Marianella- Claro que puedes, me asqueas la vista, vete, vamos, corre (mientras señalaba la escalera).

Subió la misma lo más rápido que pudo, para luego tirarse en su cama, a llorar, a descargar ese dolor, esa rabia, ese sufrimiento que llevaba dentro. Si tan sólo esa chica malcriada supiera que ambas eran hermanas, que tendría que arrepentirse de cada una de las palabras que ella mencionó. Varias veces había pasado por estas situaciones, razón por la cuál se mostraba fuerte ante las mismas.




martes, 18 de junio de 2013

Trama de la Historia

Familia típica, común y corriente. Por lo menos así parecería a simple vista, pero los demás nunca supieron que escondía esta detrás de sí. Padres con salario mínimo, y dos hijos a los cuales mantener. Su vida no era sencilla, traer el pan a casa se les hacía difícil, pero harían lo que fuese por hacerlo, aunque eso traiga terribles consecuencias.
No les era fácil mantener su hogar, se veían en situaciones de vida espantosas, ya que el dinero no les alcanzaba. Un día, una propuesta se le acercó al hombre de la casa, y tomando conciencia de la situación en la que se encontraba él y sus allegados, este no dudó ni tardó demasiado en considerar esta misma. Sabía perfectamente que era arriesgado, pero creía que valía la pena intentarlo. Ser traficante de personas no era trabajo fácil, lidiaba con la continúa presión de nunca ser encontrado en situaciones expuestas o reveladoras, esconderse de las autoridades se le hacía cada vez un poco más difícil. Trataba de autoconvenserse de que su trabajo valía la pena de conservar, aunque era consiente de que la única razón por la cual seguía en el juego, era su familia, y nada más que su familia.
No era mafioso ni traficante porque así lo deseaba, sino porque no veía otra manera de conseguir el salario necesario para mantener lo que más amaba en esta tierra, esa familia que siempre quiso tener.
Varias veces intentó salir de esto, pero como dicen algunos, cuando entras, ya no puedes volver a salir. Estaba bajo amenaza, él tenía y sabía demasiada información, sumamente confidencial, razón por la cual obviamente sus jefes no dejarían que él saliera de esto, por temor a que hablara y los delatara frente a la justicia. Su familia también se veía bajo amenaza, aunque la misma no lo supiera. Esa fue la gota que derramó el vaso, no permitiría que nada ni nadie lastime a las personas más importantes en su vida, por eso mismo, se vio obligado a seguir en este medio.
Su trabajo no era algo de lo que se encontrara orgulloso, sabía que no estaba bien lo que hacía, y que podría llegar a tener grandes y serios problemas si algún día llegaba a ser descubierto. Su familia no sabía nada al respecto, su esposa, María, inquieta y desconfiada por naturaleza, ya varias veces habría estado al borde de descubrir que era lo que su marido escondía, sabía que algo le ocultaba, pero para la suerte de su marido, Ricardo, ella no nunca había llegado lo suficientemente lejos como para adivinar que era lo que este escondía detrás de tanto misterio.
Ante las inquietantes preguntas de su esposa, él siempre respondía que ahora tenían todo lo que alguna vez soñaron, y que tenía que conformarse con eso, sin hacer tantas preguntas, y sin tratar de llegar siempre al fondo de todo. -¿Por qué tienes que saber absolutamente todo lo que pasa a tu alrededor?- le preguntaba él cada vez que María comenzaba con sus interrogaciones, más que nada a la noche, cuando sus hijos no estaban presentes para verlos discutir.
Ella molesta se quedaba de boca abierta, siempre sería él el que termine de hablar, y eso lo tenía aprendido después de llevar 10 años de casados, era algo que nunca había cambiado en él. Su matrimonio no fue siempre tan unido, como toda pareja, a tenido sus anti bajos, pero el amor es más fuerte que todo, y supera todo dolor, al menos así cuando es amor verdadero. Muy poético, lo sé, pero así lo veían y repetían ellos.
Volviendo al tema central. Después de más o menos 1 año y medio trabajando en este tráfico, en este caso de personas, los jefes de Ricardo habían considerado la opción de aumentarle su salario, brindándole así una mejor calidad de vida para él y su familia, que aunque ya tenían lo suficiente como para mantener sus gastos, no les vendría mal algún que otro dinerillo más. Con el dinero que en ese entonces aumentó en cantidad, y el que ya tenían guardado del año anterior, decidieron invertirlo en una nueva casa para todos ellos. Así fue como luego de discutirlo durante algunas semanas, decidieron comprar una mansión, situada en uno de los barrios privados de la ciudad. Su sueño siempre había sido situarse cerca del mar, por eso mismo, la casa se veía encontrada en Punta del Este, ahora sí, viviendo allí, ya no tenían que someterse a largas horas de viaje simplemente para darse un chapusón en el mar y volver. Ahora lo tenían ahí, en frente a ellos.
Una vez allí, su vida fue mejorando con el correr de los meses. Cada mes entraba más dinero al hogar, ya que el trabajo del hombre cada vez generaba más del mismo. Más dinero más calidad de vida, siempre hablando en términos económicos. Ricos, lo que significaba ser ricos, todavía no eran, pero ojo, no estaban tan lejos de serlo.
Sus hijos, Marianella de 13 años y Francisco de 15 años. ¿Cómo era ella? En la secundaria, era la típica chica "popular", "perfecta" "idolatrada" por todos en la misma. Siempre era el centro de atención, siempre conseguía lo que quería, cuando y donde lo quería.
Supongo que a partir de hace poco, cuando la economía de sus padres fue creciendo, ellos comenzaron a "malcriarla" en todo, y a darle todos los gustos. Ella no siempre fue así, siempre había sido una chica común, nunca le había gustado hacerse notar, sin embargo, ahora, eso era lo único que le importaba.
¿Él? Típico chico modelo. Su pasión prácticamente se basaba en estar en la cancha. No era en nada parecido a su hermana, cuanto menos visible era, mejor y más cómodo para él. Pero, aunque así no lo quisiera, era esa clase de chico por el cuál todas morían.
Él no le prestaba demasiada atención, nunca se vió atraído por ninguna. Aunque, ¿quién dice que en el correr de la historia esto no cambie?
Volviendo a los padres. Aquí va una parte de la historia que hasta ahora no sabemos, -¿qué más esconde este hombre?- pues atención, ahora se sabrá la verdadera historia.
Año 1995. Una gran discusión se había desencadenado entre ambos, María y Ricardo. -¿Por qué discutían esta vez?- el dinero, eso era lo único en lo que pensaban en estos momentos. Él siempre había sido de tomar mucho, en momentos en los cuáles no sabía que hacer con su vida, se dejaba llevar, y no veía otra solución que ir a algún bar de por ahí cerca, tomar algo, y luego volver a casa, estando en el estado que se encontrara. Más de una vez habían discutido por esto, pero no sólo por el hecho de hacer esto, sino porque él siempre gastaba esos pequeños ahorros de emergencia que tenían guardados en alcohol. Al hacerlo según él no era consiente de lo que hacía, siempre se excusaba de esa forma, y ella ya estaba harta de escuchar siempre el mismo sermón.

María- ¿Acaso nunca vas a cambiar Ricardo? Siempre la misma historia contigo hombre, ¡crece de una vez por todas! (dijo ella, con furia, aunque lágrimas recorrían sus mejillas).
Ricardo- Querida, (acariciando su mejilla, en su voz se notaba la presencia del alcohol) por favor, no me la hagas tan difícil.
María- ¿Yo te la hago difícil Ricardo? ¿Yo te la hado difícil? (repitió). Has estado bebiendo, otra vez.
Ricardo- ¿Y qué te dice que lo he hecho?
María- (quitó la mano de su rostro con fuerza, y lo miró a los ojos demostrando en su mirada la furia que llevaba dentro) A mi no me tomas el pelo querido, ¿acaso te pensas que no siento el aliento en tu boca, el estado en el que andas, y el temblor en tu voz? Seré despistada en algunas cosas, pero en otras no tanto.
Ricardo- Ayúdame, quiero salir adelante, pero no puedo.
María- ¡Pensá en tus hijos! ¿Quieres esto para ellos? Lo lamento, yo así no puedo seguir (desvió su mirada).
Ricardo- ¿Estas dejándome María? ¿Por esta pavada? (mientras tomaba su rostro con ambas manos, para que esta lo mirara a los ojos).
María- ¿Te parece qué puedo seguir estando con un hombre el cual le importa muy poco su familia? (ya un poco más calmada).
Ricardo- Me importan, y demasiado. Perdón si alguna vez te demostré lo contrario.
María- Ya es un poco tarde para pedir perdón, ahora mismo no lo puedo aceptar (el asintió) será mejor que te vayas.
Ricardo- ¿Encima me echas de mi propia casa?
María- ¿Quieres que tus hijos y yo nos quedemos en la calle? Igual, te gastaste todos los ahorros, en breve nos quedamos en la calle todos, no falta mucho para eso.
Ricardo- Te prometo que haré de todo, absolutamente todo para conseguir el dinero que tanto necesitamos. Y voy a estar mejor, trataré de estarlo, por vos, por mi, por nuestros hijos, por nuestra familia.

2 meses fue el tiempo en el que él y su esposa habían estado distanciados. Empezaron por dejar de hablarse, de llamarse. Sólo se veían dos veces a la semana, cuando Ricardo iba por sus hijos, para pasar el rato con ellos. En ese período, no todo fue color de rosas.
Ante el tiempo que estuvieron separados, él, no cumplió con la promesa que le había hecho a su esposa el día de su casamiento. "Juro fidelidad..." había sido una de las tantas promesas que realizó ese día, claro, hasta ese entonces la venía cumpliendo, pero, ¿qué paso después? Creo que no es necesario tanta explicación, él no le había sido fiel a su esposa, aunque ella nunca lo supo.

Un día, en la gran mansión, el hombre recibió una llamada. ¿Quién podría haber sido? Claro, la mujer con la cual había estado en aquel período en el que había estado "separado". Esta le contaba que había tenido un hija, preocupado y asustado, recordando aquella noche en la cual habían estado juntos, le preguntó a la mujer -¿de quién es el niño que llevabas dentro?-. Ella, con su voz temblorosa y entrecortada, le respondió, -Pues es tuyo, ¿de quién otro sino?-.
Si alguien hubiese visto la expresión en la cara del hombre cuando recibió aquella noticia. Los ojos se le desviaron, la vena de su frente se resaltó, y eso sólo pasaba cuando su nerviosismo se hacia presente. Trato de negar absolutamente todo, pero ella tenía pruebas, fechas, papeles, y todo aquello que demostraba que aquella hija que había estado en el vientre de esa mujer, era suya, y tenía que hacerse cargo de ello.
La mujer, llamada Teresa, quedó en verse con él lo más pronto posible, siempre a escondidas, no quería que nadie se enterase de la situación que estaban pasando, y menos el hombre, jamás le contaría a su esposa de esto, nunca tendría que enterarse.
Una vez se vieron, arreglaron hacerse un estudio de ADN, sólo para estar completamente seguros de que esa hija era de él. Una semana después, ya con los resultados en mano, él observo aquel papel, y rápidamente lo tiró a la basura, -maldita sea, es hija mía-, expresó él con furia, mientras golpeaba el escritorio con su puño.
Según le había contado Teresa, su situación económica no era la mejor. No tenía estudios, y su trabajo no le brindaba el salario suficiente como para mantenerse a ella y a su hija, por lo que el hombre, atinando a ser bueno con ella, le ofreció trabajar en su casa como mucama a tiempo completo, viviendo allí con su hija, pero siempre sin mencionar ni la más mínima palabra de lo que había pasado aquella noche, ni de nada que tuviera que ver con eso. Tres semanas después, Teresa y su hija Rocío se veían en la puerta de la gran mansión, ahora en adelante, se desarrolla esta complicada historia.