Elsa, la señora que se encargaba de la limpieza en la casa, además de alguna que otra tarea, fue la encargada de abrir la puerta, como siempre lo hacía.
Elsa- Muy buenas tardes señora, ¿qué se le ofrece? (dijo ella con la escoba en su mano).
Teresa- Vengo a ver al hombre de la casa, Ricardo. Me presento, soy Teresa, la nueva mucama de este lugar, y ella es mi hija, Rocío.
Rocío- Buenas tardes (dijo ella tímidamente).
Elsa- Bueno, permitanme ir en busca del señor entonces, le avisaré que han llegado. Siéntense si así lo desean, el living se encuentra a mano derecha, siéntanse como en su casa.
Ricardo- ¿Y quién es usted para decirle eso a las invitadas? (apareciendo por detrás de ella).
Elsa- Señor, yo sólo...
Ricardo- (interrumpió) No aclare que oscurece Elsita, se puede retirar.
Elsa- Si señor, con permiso (desapareciendo entre el pasilllo).
Ricardo- Bueno, aquí estamos, después de un tiempo si vernos.
Teresa- Fueron sólo 2 semanas (él asintió) te presento a mi hija, nuestra hija, querido, ella es Rocío.
Ricardo- Ay mi pequeña, que grande te encuentras. ¿Cuántos años tienes? ¿9? ¿1O?
Rocío- En realidad, (esquivando su mirada) 14.
Ricardo- Ah, pues mira tú, eres más grande de lo que yo me imaginaba. Voy a pedirte un pequeño favor querida, ¿sabes? Vas a vivir en esta casa, bajo ciertas reglas, al igual que tu madre (levantando su mirada, observándola a ella). No quiero oír ni una sola palabra acerca de nuestra relación, padre e hija, no soportaría los gritos de María, y menos que menos que se aleje de mí. Mis hijos, tampoco tienen que saber nada al respecto. Sólo pido cierta cordialidad, y sobre todo, Teresa... no arruines las cosas, mantén tu boca cerrada, ¿entendieron? (ambas asintieron con sus cabeza) Bueno, dicho esto, pueden subir a sus habitaciones, segunda puerta a la izquierda. Les avisaré luego para que bajen, así conocen a la familia.
Rocío- Mamá, voy a ir subiendo, ¿te llevo tu bolso?
Teresa- Si claro hija, tengo que tratar unos ciertos puntos con tu padre.
Rocío- Claro, nos vemos arriba (mientras subía los escalones).
Teresa- Ahora si solos, vos y yo tenemos que hablar, no podemos dejar las cosas así.
Ricardo- ¿Qué quieres Tere? Ay, extrañaba decirte así.
Teresa- No me tomes el pelo Ricardo, ¿viste cómo trataste a nuestra hija? Quieras o no tienes que hacerte cargo de tus actos, es tan hija tuya como el resto de tus hijos, los tres tienen tu misma sangre.
Ricardo- (se acercó a ella, tomándola de su brazo con fuerza) No, menciones, eso, nunca, más (marcando cada palabra) ¿me entendiste querida?
Teresa- ¡Me estas lastimando Ricardo! (gritando).
Ricardo- (rápidamente cubrió su boca con su mano) ¡Sh! ¿Qué parte no entendiste? Por favor, ve a tu habitación antes de que la situación se vuelva más tensa.
Sin emitir ni una sola palabra, Teresa se fue escaleras arriba, dejando solo al hombre en el living. Cinco minutos más tarde, su esposa se apreció allí, para sorpresa de él, son sus dos hermanas.
María- Amor, han venido mis hermanas a casa, a visitarnos ya que están en la ciudad hasta mañana temprano, y no querían irse sin antes vernos.
Ricardo- ¡Pero que grata sorpresa! ¿A qué han venido por aquí? ¿Trabajo?
Lucía- Definitivamente, la empresa de nuestros padres esta requiriendo cada vez un poco más de nosotras, y de nuestra presencia por supuesto. Menos la de tu mujer, que hace un año no se aparece por aquellos lados..
Ricardo- Obviamente no aparece, ya no lo necesita. Tenemos el dinero suficiente, ya no requiere más dinero del que tenemos, el cual nos sobra según verán ustedes. ¿No se dan cuenta de dónde vivimos? Pero por favor, no necesita aparecerse por aquella empresa que se cae a pedazos..
Julieta- Pues de hecho, cada vez generamos más y más dinero, hemos mejorado bastante, no se esta cayendo a pedazos como vos decís, creo que es todo lo contrario...
María- ¿Te pasa algo Ricardo? Si estas de mal humor te pido por favor que no te descargues con mis hermanas, que ellas no tienen absolutamente nada que ver.
Ricardo- Perdón querida, he olvidado que ni hablar de lo que quiero puedo hacer en mi propia casa..
María- No es eso, sólo pido un poco de respeto, sólo eso. Disfrutemos de las visitas, que no sabemos cuando las veremos de nuevo a mis pequeñas..
Lucía- Ay María, pareces nuestra madre.
Se encontraban en una charla muy amena, hasta que el ruido del celular de Ricardo comenzó a sonar...
Ricardo- Con permiso, tengo una llamada entrante del trabajo...
María- Anda tranquilo cariño (dijo con una sonrisa en su rostro).
Mientras tanto, Ricardo se encontraba en su oficina...
Ricardo- ¿Qué es lo que quieres Juan? Ya te he dicho que me reuniré con ustedes la semana entrante..
Juan- ¿Vos me estas cargando? Te he dicho mil veces ya que el próximo viaje es en tres días, con destino a Nueva York.
Ricardo- ¿Tan cerca? Hemos tenido viajes con destinos aún más distantes que este..
Juan- No es un buen año, y lo sabes. Fer ya te lo advirtió, este año se vendrá complicado, más de lo que nosotros pensábamos. Pero tenemos un plan B, así que estamos tranquilos.
Ricardo- No entiendo de que me hablas, ¿de qué plan B me decís?
Juan- Escúchame, y escúchame bien, te quiero en media hora en mi oficina, sin nada que decir, no te quejes, ¿sí? Te explicáremos de que se trata este plan, ya que obviamente formas parte de él, no te vas a salvar.
Ricardo- Me estas asustando Juan, sabes que no quiero problemas, tengo una familia a la cual proteger, no puedo meterme en líos.
Juan- Justamente para proteger a tu familia tienes que cumplir con nuestras órdenes, sabes muy bien que sabemos todo acerca de ti, podemos hacer lo que queramos contigo. Tienes un acuerdo con nosotros, no creo que te convenga no cumplirlo.
Ricardo- Con mi familia no te metes, ¿me escuchaste? Hace lo que quieras conmigo, pero con ellos ni se te ocurra siquiera acercarte.
Juan- Bajando un cambio y tu tonito conmigo, nos vemos en media hora en donde siempre, no seas impuntual, no nos obligues a ir en busca de ti. Nos vemos querido.
Ricardo- Chau. (seco, mientras arrojaba su celular contra el sofá, con fuerza). Maldita sea (dijo furiso).
Su jefe había sido demasiado claro con él, y sabía perfectamente mejor que nadie, que no se podía jugar con lo que él ordenaba. Era de esas típicas personas que se enojan fácilmente, aunque en cierto punto él también era de esa clase de personas. Según le había comentado Juan, próximamente se vendría un nuevo viaje de trabajo, aunque,
¿Qué habría que hacer esta vez? ¿tendría que irse por mucho tiempo? ¿cómo viajarían esta vez? ¿qué le diría a su esposa? ¿tendría que mentirle una vez más? ¿sería la exusa perfecta para comentarle de una vez por todas la verdad? Esta y muchisimas preguntas más se le cruzaban por la cabeza cada medio segundo. Abatido tras haberse maquinado la cabeza durante varias horas, se tiró en el sillón mientras subía las piernas, y ya cuando se encontraba a punto de quedarse dormido, el ruido de un puño golpeando la puerta lo sacó de la nube en la que se encontraba..
Ricardo- ¿Quién es? (gritó él sin siquiera moverse).
Rocío- Soy yo... ¿cómo quieres que te diga?
Ricardo- Llámame por mi nombre, quiero evitar cualquier problema, nadie puede sospechar. Abre la puerta, ¿o te vas a quedar allá afuera todo el día?
Rocío- (abriendo la puerta) Con permiso...
Ricardo- Adelante, dime, ¿qué se te ofrece querida?
Rocío- Sólo quería hablar contigo, digo, mi madre no me explicó demasiado por qué veníamos a vivir aquí, a tu casa, con tu familia, es medio ilógico, ya que tú no quieres que sepan de mí, es confusa la situación.
Ricardo- (suspiró) No creo que sea momento ni lugar adecuado para hablar de esto, además no me parece que tengas que saber nada sobre esto, es tema de mayores, de tu madre y mío.
Rocío- Soy lo suficientemente grande como para entender...
Ricardo- Pues para mí no lo eres, y por favor, vete, ya iré en busca de mi esposa y mis hijos, las presentaré a tí y a tu madre frente a ellos.
Rocío- Gracias por dedicarme tu tiempo (con ironía).
Ricardo- No me hagas enojar, vete, ya mismo (señalando la puerta).
Rocío- Adiós papá (saliendo rápidamente de la habitación).
Minutos más tarde, en el living de la gran mansión, todos se encontraban reunidos, para así conocer a las nuevas integrantes de la casa...
Ricardo- María, Marianella, Francisco, les presento ahora sí, a nuestra nueva mucama, Teresa...
Teresa- Muy buenas tardes señora, (a María) niños...
Ricardo- Y ella, es su hija, a cual vivirá con nosotros también, ella es Rocío...
Rocío- Hola (dijo tímidamente).
Marianella- De tal palo tan astilla veo, heredaste el mal gusto en cuanto a la moda de tu madre .. (mientras reía).
María- Por favor hija, respeto.
Marianella- ¿Desde cuándo decir la verdad es faltar el respeto?
Francisco- Perdónala Ro, ¿te puedo decir Ro? (ella asintió) es que mi hermana esta un poquito insoportable últimamente, no sé que le estará pasando.. (ella rió).
Ricardo- Dejemos a las chicas solas, de seguro se harán muy buenas amigas más adelante.
Una vez solas en la habitación...
Rocío- Y.. ¿cómo estas?
Marianella- ¿Qué tal si te callas? Mira, no sé que haces acá, y la verdad me importa muy pero MUY poco, sólo te digo una cosita, ví como mirabas a mi hermano, ¿o te pensabas que no lo noté?
Rocío- No sé de que me estas hablando Mar...
Marianella- Primero, sólo mis amigas me dicen así, y segundo, no soy tonta. Cuidado, sólo eso te digo, no te metas con él, porque sino lamentarás haberte metido conmigo, créeme que mi hermano es todo para mí, y jamás dejaría que ande con una chirusa como vos.
Rocío- ¿Me estas amenzando? (asutada).
Marianella- O sí, lo estoy haciendo, ¿para qué te voy a mentir? Mucho cuidado, no te metas conmigo querida, porque yo misma me voy a encargar de que la pases mal, muy, muy mal.
Rocío- No siento nada por él, (mentía) pero de todos modos, prometo no meterme contigo, más bien lo juro.
Marianella- Mejor así, mejor que sigas mis órdenes. Anda metiendo esta idea en tu cabecita (tocando la misma con sus dedo índice) no eres nadie, sólo eres la pequeña hija de la empleada doméstica (riendo). Como me voy a divertir con vos, de verdad.
Rocío- ¿Ya me puedo ir? (una lágrima recorría su mejilla, pero rápidamente la secó. Odiaba sentirse débil, vulnerable. Odiaba dejarse pasar por encima, dejarse pisotear, maltratar. Pero en cierto punto, aunque le doliera muchisimo, ella tenía razón, no era nadie, era insignificante. Sólo era la hija de la mucama, y eso no cambiaría).
Marianella- Claro que puedes, me asqueas la vista, vete, vamos, corre (mientras señalaba la escalera).
Subió la misma lo más rápido que pudo, para luego tirarse en su cama, a llorar, a descargar ese dolor, esa rabia, ese sufrimiento que llevaba dentro. Si tan sólo esa chica malcriada supiera que ambas eran hermanas, que tendría que arrepentirse de cada una de las palabras que ella mencionó. Varias veces había pasado por estas situaciones, razón por la cuál se mostraba fuerte ante las mismas.
Ricardo- Llámame por mi nombre, quiero evitar cualquier problema, nadie puede sospechar. Abre la puerta, ¿o te vas a quedar allá afuera todo el día?
Rocío- (abriendo la puerta) Con permiso...
Ricardo- Adelante, dime, ¿qué se te ofrece querida?
Rocío- Sólo quería hablar contigo, digo, mi madre no me explicó demasiado por qué veníamos a vivir aquí, a tu casa, con tu familia, es medio ilógico, ya que tú no quieres que sepan de mí, es confusa la situación.
Ricardo- (suspiró) No creo que sea momento ni lugar adecuado para hablar de esto, además no me parece que tengas que saber nada sobre esto, es tema de mayores, de tu madre y mío.
Rocío- Soy lo suficientemente grande como para entender...
Ricardo- Pues para mí no lo eres, y por favor, vete, ya iré en busca de mi esposa y mis hijos, las presentaré a tí y a tu madre frente a ellos.
Rocío- Gracias por dedicarme tu tiempo (con ironía).
Ricardo- No me hagas enojar, vete, ya mismo (señalando la puerta).
Rocío- Adiós papá (saliendo rápidamente de la habitación).
Minutos más tarde, en el living de la gran mansión, todos se encontraban reunidos, para así conocer a las nuevas integrantes de la casa...
Ricardo- María, Marianella, Francisco, les presento ahora sí, a nuestra nueva mucama, Teresa...
Teresa- Muy buenas tardes señora, (a María) niños...
Ricardo- Y ella, es su hija, a cual vivirá con nosotros también, ella es Rocío...
Rocío- Hola (dijo tímidamente).
Marianella- De tal palo tan astilla veo, heredaste el mal gusto en cuanto a la moda de tu madre .. (mientras reía).
María- Por favor hija, respeto.
Marianella- ¿Desde cuándo decir la verdad es faltar el respeto?
Francisco- Perdónala Ro, ¿te puedo decir Ro? (ella asintió) es que mi hermana esta un poquito insoportable últimamente, no sé que le estará pasando.. (ella rió).
Ricardo- Dejemos a las chicas solas, de seguro se harán muy buenas amigas más adelante.
Una vez solas en la habitación...
Rocío- Y.. ¿cómo estas?
Marianella- ¿Qué tal si te callas? Mira, no sé que haces acá, y la verdad me importa muy pero MUY poco, sólo te digo una cosita, ví como mirabas a mi hermano, ¿o te pensabas que no lo noté?
Rocío- No sé de que me estas hablando Mar...
Marianella- Primero, sólo mis amigas me dicen así, y segundo, no soy tonta. Cuidado, sólo eso te digo, no te metas con él, porque sino lamentarás haberte metido conmigo, créeme que mi hermano es todo para mí, y jamás dejaría que ande con una chirusa como vos.
Rocío- ¿Me estas amenzando? (asutada).
Marianella- O sí, lo estoy haciendo, ¿para qué te voy a mentir? Mucho cuidado, no te metas conmigo querida, porque yo misma me voy a encargar de que la pases mal, muy, muy mal.
Rocío- No siento nada por él, (mentía) pero de todos modos, prometo no meterme contigo, más bien lo juro.
Marianella- Mejor así, mejor que sigas mis órdenes. Anda metiendo esta idea en tu cabecita (tocando la misma con sus dedo índice) no eres nadie, sólo eres la pequeña hija de la empleada doméstica (riendo). Como me voy a divertir con vos, de verdad.
Rocío- ¿Ya me puedo ir? (una lágrima recorría su mejilla, pero rápidamente la secó. Odiaba sentirse débil, vulnerable. Odiaba dejarse pasar por encima, dejarse pisotear, maltratar. Pero en cierto punto, aunque le doliera muchisimo, ella tenía razón, no era nadie, era insignificante. Sólo era la hija de la mucama, y eso no cambiaría).
Marianella- Claro que puedes, me asqueas la vista, vete, vamos, corre (mientras señalaba la escalera).
Subió la misma lo más rápido que pudo, para luego tirarse en su cama, a llorar, a descargar ese dolor, esa rabia, ese sufrimiento que llevaba dentro. Si tan sólo esa chica malcriada supiera que ambas eran hermanas, que tendría que arrepentirse de cada una de las palabras que ella mencionó. Varias veces había pasado por estas situaciones, razón por la cuál se mostraba fuerte ante las mismas.